Esta es una pregunta recurrente en el ámbito de la gobernanza corporativa, especialmente cuando se analizan los costos asociados a estos procesos. Sin embargo, para entender su relevancia, podemos hacer una analogía sencilla: ¿dejaría usted a un miembro importante de su familia al cuidado de una persona desconocida? Seguramente, la respuesta sería no, debido a la importancia de la seguridad y el bienestar de su familia. De manera similar, en el contexto empresarial, resulta fundamental conocer a fondo quiénes son nuestros clientes (el principio de know your customer) y las demás contrapartes con las que interactuamos, tanto internas como externas.
La debida diligencia es más que un procedimiento: es una herramienta estratégica que debe alinearse con el apetito de riesgo y el core business de la organización. No se trata solo de conocer a nuestros clientes directos, sino de asumir una responsabilidad más amplia frente a todos los actores de la cadena de suministro. Esto incluye identificar y evaluar los riesgos inherentes desde el inicio de un requerimiento hasta la culminación del proceso. Validar tanto a personas jurídicas como naturales involucradas en las tercerizaciones permite establecer un blindaje efectivo para la organización.
Además, una debida diligencia bien ejecutada no se limita al cumplimiento normativo; su propósito es generar un conocimiento profundo y efectivo de todas las relaciones, directas e indirectas, que la empresa sostiene. De esta manera, se mitigan riesgos no contemplados y se fortalecen las bases para una gestión integral de los riesgos. En definitiva, la debida diligencia no es solo importante: es indispensable para garantizar la sostenibilidad y resiliencia de cualquier organización en un entorno cada vez más complejo y exigente.
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